EDITORIAL


Editorial Nº 4


Esas extrañas, ególatras, emotivas, simpáticas, etc. anotaciones de tumbas y nichos de muerte. Muy probablemente en el “inconciente colectivo” y en la mayor parte de los cementerios haya una serie de palabras que se repiten y resuenan en la sensiblería que tanto nos emociona. Son los “con mucho cariño…”, “a la memoria de…”, “de aquí y con gusanos, se alimentarán los pájaros de la libertad” o los nunca bien ponderados “R.I.P/ Q.E.P.D.”.

Lo cierto es que los epitafios son la prolongación de ese constante afán del ser humano por perpetuar, por jugar a la ilusión de la eternidad, a la magia del, y los, conceptos. La estampa; la firma del muertito. Me atrevería a hablar, incluso, del brazo inconcreto del que se sirve la poesía para enredarse en el juego de poner la firma, en lo que llamaremos “homo ludens”.

En la historia de Occidente, tenemos registro de la revitalización de la práctica del epitafio con el Papa Dámaso I, elegido en octubre del año 366 y con un número de detractores ultra conservadores, partidarios del difunto Papa Liberio, que lo rechazaron y escogieron al diácono Ursino. No sin un importante derramamiento de sangre. El emperador Valentiniano reconoció a Dámaso y desterró en el año 367 a Ursino a la ciudad de Colonia.

De él (“el Papa inscripción post mortem”) también tenemos antecedentes que hablan de un gran interés por la literatura, en especial la poesía, lo que de algún modo deriva en su importante trabajo con los epitafios. Como dato extra, se suma, que animó a San Jerónimo para realizar su famosa revisión de las versiones latinas más tempranas de la Biblia, la traducción al Latín de ésta (conocida como Vulgata), lengua oficial durante su período. Este trabajo con lo epitafios se junta con la amplia devoción de este Papa por los mártires, en el ejercicio del ya comentado juego de la eterización a través de las palabras.

Retomando la pregunta:

Entre un tatuaje y un epitafio, habemos quienes preferimos simplemente la muerte. El presente número contiene en gran parte un recorrido por lo literaturezco que resulta la muerte, por el punto aparte o final (elija usted) que pretenden las letras sobre la tumba:

“Heme aquí
Hundido
Envuelto
Entre ketchup y mayonesa”

Q.E.P.D. 1810- 2010. Valparaíso.





Free Web Site Counter
Free Counter

Ediciones Anteriores


© 2007 EDITORIAL burdel.abierto@gmail.com|para Mozilla Firefox Creative Commons License
Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.